SOMOS LOS DEL BARRO
Hoy queremos compartir contigo una historia. Una historia real, dura y a la vez llena de esperanza, que ha mantenido a Jakkaru en pausa durante casi dos meses. Como muchos sabéis, vivimos en Algemesí, un pueblo de Valencia afectado por la DANA. Nos avisaron de lluvias, de riesgo de inundación, pero nadie nos dijo que abrirían las compuertas del embalse de Forata. Y fue ese gesto, tan silencioso como devastador, el que hizo que el río Magro desbordara y nuestro pueblo se convirtiera en un mar de barro.
El día de la inundación 🌧️
Aquel día, trabajé desde casa. Mi calle parecía tranquila. A pesar de las noticias de inundaciones en algunas zonas del pueblo, aquí no había ni un charco.
Pero entonces, algo cambió. Sobre las 20:00, una lengua de agua marrón comenzó a aparecer lentamente por ambos extremos de mi calle. No era agua de lluvia; el río se había desbordado.
Durante la noche, el nivel del agua siguió subiendo hasta alcanzar cerca de 1,2 m. Sobre las 20:00 perdimos la comunicación con familiares, lo que hizo la noche aún más larga. No supimos nada hasta el día siguiente.
La sensación de incertidumbre, mezclada con el miedo de no saber qué vendría después, marcó esa noche.
El día después: un pueblo en silencio
La mañana siguiente fue desoladora. Al salir a la calle, el pueblo estaba totalmente devastado. Un trayecto normal de 15' se convirtió en 2h.
- Coches apilados unos sobre otros como juguetes abandonados.
- Calles cubiertas de barro espeso y oscuro.
- Vecinos en silencio, en shock, con miradas perdidas.
El ambiente era irreal, desolador. No había electricidad en muchas calles del pueblo, ni comunicaciones, ni apenas manera de entrar o salir del pueblo. La ayuda debía organizarse, y rápido.
Ser voluntaria: cuando el pueblo llama, respondes ❤️
El día 31, el ayuntamiento hizo un llamamiento en redes sociales: "Si puedes ayudar, acude al "Casal Fester". Hay vecinos que lo han perdido todo y necesitamos repartir comida y productos básicos".
No lo dudé. Me dirigí al "Casal Fester". Allí ya había un bullicio de personas entregando ayuda y organizando lo poco que teníamos. Todos los puestos estaban cubiertos; no había espacio para más manos. Así que me pidieron que acompañara a un camión al centro logístico secundario, que apenas era un espacio vacío lleno de barro.
El centro estaba desbordado por la llegada constante de furgonetas particulares cargadas de donaciones espontáneas. Al principio, todo era caótico: cajas mezcladas con ropa, alimentos y productos básicos, sin orden ni separación. Nuestra primera tarea fue organizarnos. Clasificábamos víveres, ropa y artículos esenciales, y preparábamos mini packs con lo indispensable para un solo día, porque había que racionar. Sabíamos que si repartíamos demasiado de golpe, otras familias podrían quedarse sin nada.
Cada día comenzaba temprano y terminaba tarde. Desde la mañana, llegaban camiones con más ayuda: alimentos no perecederos, agua embotellada, productos de higiene, ropa... Todo debía clasificarse, almacenarse y redistribuirse, a veces en cuestión de horas. La logística era complicada porque muchas calles seguían intransitables. Las furgonetas que descargaban en el centro solían ser reutilizadas para repartir los packs entre los vecinos que no podían desplazarse, sobre todo las personas mayores o aquellas que habían quedado aisladas.
La solidaridad que nunca olvidaré
Trabajé codo a codo con Scouts, Cruz Roja, vecinos del pueblo, bomberos, policías venidos de toda España y militares, tanto de la UME como de otros regimientos. Muchos de ellos estaban en la misma situación que yo: Eran voluntarios y afectados. La capacidad de colaboración y el espíritu de solidaridad que vi esos días me han marcado. Todos estábamos allí para lo mismo: ayudarnos unos a otros.
Recuerdo momentos que me emocionaron hasta las lágrimas. Uno de ellos fue la llegada de un grupo de voluntarios de Petrer. Sin conocernos, se pusieron a limpiar el polivalente, un espacio que necesitábamos habilitar urgentemente. Otro momento impactante fue la llegada de los primeros camiones con la gente que habría recogido esos productos, de Pedreguer y otros muchos lugares. O la llegada de las primeras botas de agua que tanto necesitábamos. La gente estaba limpiando barro con zapatillas rotas y chanclas. Lloramos de alegría cuando las vimos.
Lo que aprendí
Coordinando la recepción de camiones, la organización interna del centro y los repartos a vecinos, aprendí que la solidaridad no tiene límites. Cada llamada que recibía preguntando “¿Qué necesitáis?” o “¿Dónde podemos ayudar?” me llenaba de esperanza. Ver a tantas personas volcándose en ayudar, incluso desde fuera del pueblo, me recordó que en los momentos más difíciles, la humanidad brilla con más fuerza.
La llegada del ejército nos ayudó a organizarnos, a controlar los accesos y a manejar la avalancha de ropa y donaciones que nos desbordaba. Además, ofrecieron control y seguridad para evitar que personas ajenas al pueblo se aprovecharan de la ayuda destinada a los afectados. La llegada de sus máquinas pesadas también fue un alivio; ya no teníamos que depender únicamente de nuestras manos para mover toneladas de barro y escombros.
Aquellos días fueron agotadores, tanto física como emocionalmente, pero también me enseñaron el poder de la unión y la empatía. Aunque el barro se llevó muchas cosas, dejó algo más profundo: una comunidad más fuerte y unida que nunca.
¿Y Jakkaru?
Durante todo este tiempo, Jakkaru tuvo que parar. La tienda online quedó en pausa porque:
- Las agencias de transporte bloquearon los envíos a los códigos postales afectados.
- La prioridad era ayudar a mi pueblo, a mis vecinos, a reconstruir todo lo posible.
La marca pasó a un segundo plano, pero en ningún momento me arrepentí. Saber que estaba ayudando a hacer la vida un poco más fácil a alguien, aunque fuera con un mini pack de comida, era suficiente.
Volvemos, con el corazón lleno de historias ✨
Hoy, tras dos meses intensos, Jakkaru vuelve. Pero no somos los mismos. Hemos aprendido a valorar más el presente, a dar las gracias por lo que tenemos y a no olvidar lo realmente importante.
Sabemos que hemos estado desaparecidos en redes y en vuestra bandeja de entrada, pero aquí estamos, con más ganas y compromiso que nunca. Queremos seguir haciendo lo que nos apasiona:
- Aportar belleza a tu día a día con nuestros productos.
- Y ser una marca con valores, humana y solidaria.
Gracias por estar aquí, por leer hasta el final y por seguir siendo parte de este clan.
Con cariño,
El equipo de Jakkaru